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    Especial LOS ANDES. Entrevista: Humboldt vuelve a los Andes

    AVANZADO
    Ecos Audio 4/2022
    Alexander von Humboldt
    © GL Archive / Alamy Stock Photo
    Von Autor: Octavio di Leo. Voces: Giancarlo Sánchez-Aizcorbe y Klaus-Dieter Walter

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    el cronófonoChronophon, (Stummfilm) Gerät zum Synchronisieren von Bild und TonEl cronófono

    La expedición que Alexander von Humboldt inició en 1799 es considerado/a comogilt alses considerada como el segundo descubrimiento de América y su influencia llegó hasta Darwin. A su paso por los Andes, el geógrafo alemán conoció a Felipe Aldas, un guía quechua que lo acompañó en el el ascensoAufstieg, Besteigungascenso al volcán Pichincha, en Ecuador. Dos siglos después, un descendiente de aquel el baqueanoortskundiger Führerbaqueano tiene este diálogo imaginario con Humboldt. Ponemos en marcha nuestro cronófono y escuchamos la conversación.

    ALDAS: Profesor Humboldt, es un honor tenerlo de vuelta en Quito.

    HUMBOLDT: El gusto es mío. Nunca pensé que volvería a ver estas cumbres nevadas ni las iglesias más bonitas de todo el continente. Desde Europa seguí en contacto con el naturalista Bonpland, que murió en Argentina, y con Montúfar, elel independentista criollokreolischer Unabhängigkeitbefürworter independentista criollo que fusilaron los españoles. Pero Quito, por aquel entonces, tenía 30 000 habitantes. ¿Cuántos tiene ahora?

    A: 2 900 000.

    H: ¡Increíble! En la ciudad, por entonces, no había nadie, ni blanco ni indio, que hubiera visto el cráter del Pichincha. Pero Bonpland tenía prisa por continuar el viaje para preservarerhaltenpreservar un esqueleto de llama, así que el 26 de mayo de 1802 partí con un puñado de hombres, entre los que estaba tu tatarabuelo Felipe…

    A: Cargando los el aparato de mediciónMessinstrumentaparatos de medición, que no tenían nada que ver con los instrumentos que se usan hoy.

    H: Qué va, hoy en día se mide todo por satélite y se calcula por ordenador, pero en esa época había que llevar a cuestasmitschleppen, dabeihabenllevar a cuestas un arsenal de instrumentos. Como el ascenso se hacía cada vez más empinado/awurde immer steilerse hacía cada vez más empinado, la mayoría decidió quedarse. Solo Felipe se animó a seguir, caminando con dificultad en la nieve, pero pronto nos envolverumhüllen, einhüllen, umgebenenvolvió la niebla y nos perdimos. Fue un momento de pánico. Mi voz se la llevaba el vientoder Wind nahm sie mitse la llevaba el viento. de golpeplötzlichDe golpe, lo vi con medio cuerpo colgando en el abismo y alcanzar a sujetarlojdn. festhalten könnenalcancé a sujetarlo por el poncho. Cuando recobrar el alientowieder zu Atem kommenrecobró el aliento, me dijo: “El dios del volcán no quiere que nos acerquemos”.

    A: En eso no hemos cambiado, seguimos creyendo que es mejor no enfadar a las montañas y, sobre todo, a los volcanes, porque así ocurren las catástrofes.

    H: Como el terremoto de 1797, que dejó traumatizadas a muchas personas que conocí. Pero, aun así, continuamos, mareados por el el azufreSchwefelazufre que salía del cráter, hasta que hacer pie en un peñascoauf einem Felsblock Fuß fassen, zu stehen kommenhicimos pie en un peñasco y vimos algo que no olvidaré mientras viva: unas enormes estalactitas negras que salían del fondo, a unos mil metros de profundidad, y una luz tenebroso/adüstertenebrosa con vapores que subían de aquel infierno. Una pesadilla que me acompañó toda la vida.

    A: Con algunas variaciones, yo también oí esa historia. Pero usted no amedrentarsesich nicht ängstigenno se amedrentó y poco después subió al Chimborazo, cuya cima es el punto más alejado del centro de la tierra.

    H: Así es, 6263 metros de altura. Y lo hicimos ligeros de ropa, sin guantes, mientras los indios subían descalzos. Luego enviamos colecciones de piedras a Madrid y París, y guardamos otra para el gabinete real de Berlín. ¡En Europa desvivirse porganz versessen sein aufse desvivían por tener una piedra del Chimborazo! Fuimos los primeros en llegar a la cumbre.

    A: Luego siguieron por la cordillera hacia el sur y pasaron a lo que hoy es Perú. Leyendo sus diarios de viaje me impresionó su encuentro con los los jíbaros(hier) Jíbaros, indigenes Volk in Peru und Ecuadorjíbaros.

    H: ¡Ah, los jíbaros! ¡Qué mala prensa han tenido! ¡Son el pueblo más libre que he conocido! abrazarse a un troncosich an einen Baumstamm klammernSe abrazaban a unos troncos y nadaban así muchas millas por el río. Miraban por mi sextante y se reían a carcajadas, y a mi la brújula de bolsilloTaschenkompassbrújula de bolsillo la llamaban “tac-tac” porque les recordaba un reloj que habían visto. Pero lo que los distinguía era su increíble facilidad para pronunciar palabras en otras lenguas. Además del español, que hablábamos entre nosotros, yo les decía frases en alemán, francés o inglés, y ellos las repetían a la perfección, como si la hubieran hablado desde que nacieron.

    A: ¿Qué consejo le daría a un viajero europeo que llega a los Andes?

    H: Como hombre de ciencia, le diría que no caer en la tentación dein die Versuchung kommencaiga en la tentación de comparar lo que ve con Europa, porque esto es único. Y como alguien que ha vivido más de lo que imaginó, que viva cada momento como si fuera el último.

    A: Muchas gracias por su tiempo, profesor, y le deseamos otra excelente la estadíaAufenthaltestadía en América.

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