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    Frida Kahlo. Una imagen de México

    AVANZADO
    Ecos 5/2019
    Frida Kahlo
    © Granger Historical Picture Archive / Alamy Stock Photo
    Von Martín Caparrós

    La pasó muy mal y la pasó muy bien. Sufrió, se divirtió, fue muy amada y muy odiada, vivió mucho, murió joven; después, de a poconach und nachde a poco, se fue volviendo un/a...mit der Zeit wurde sie...se fue volviendo un ícono de México.

    Frida Kahlo había nacido en 1907, poco antes de la revolución que cambiaría su país, hija de un fotógrafo alemán y una señora mexicana; muy chica tuvo poliomielitis, y ese el azar(hier) Missgeschickazar definiría su vida. No siempre pudo ir a la escuela, pasó largas temporadas en la cama, intentó hacer deportes “masculinos” –fútbol, boxeo– para recuperarse. Lo logró, en parte, hasta que, a sus 18 años, la atropelló un tranvía.

    El accidente fue brutal. Frida sufrió tantas fracturas, que en los años siguientes le harían 32 operaciones. Los médicos le recomendaron un el reposoRuhe(pause); Bettruhereposo casi eterno; lo aprovechó para aprender pintura –y en unos meses encontró un tema y un estilo–. Decidió plasmargestalten; darstellenplasmar en esas telas hiperrealistas las miserias de su vida –las alegrías de su vida–; mientras penarleidenpenaba conoció al gran pintor Diego Rivera, el maestro del muralismo, el comunista, y se casó con ellos. Tenía 22 años.

    Sus amigos decían que era el matrimonio entre un elefante y una paloma, y le augurarvoraussagenauguraban poca vida, pero duró diez años –sin concesiones a la monogamia–. Después se divorciaron, después volvieron a juntarse. Frida seguía pintando; su reconocimiento crecía, pero también sus problemas de salud. En 1953, a sus 46, inauguró desde una cama su muestra más resonante; poco después le amputaron una pierna. Pasó un año más entre la euforia y la depresión; el 13 de julio de 1954 la encontraron muerta en su casa y no le hicieron autopsia. La última anotación de su diario decía que “espero alegre la salida y espero no volver jamás”.

    Vuelve todo el tiempo: su imagen, sus imágenes, se convirtieron en una síntesis de su país. Ella –siempre crítica, irónica, rebelde– no habría podido imaginarlo.

    El triunfo póstumo de una mujer.

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