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    Joseba Olazabal: El violinista que toca para combatir el ruido

    AVANZADO
    Ecos 2/2019
    Joseba Olazabal, der Geigenspieler gegen Lärm
    Von Álex Ayala Ugarte

    Para acceder a su puesto de trabajo cuando tiene guardia y le asignan un barco que está a punto de acercarse al puerto, Juan Riquelme sube por una la escala de cuerdaStrickleiterescala de cuerda con varios apoyos de madera y una altura, a veces, de dos, tres o más pisos. La aventura comienza en el “vaporcito”, una embarcación con 14,5 metros de la eslora(Schiffs-)Längeeslora, motores de 400 caballos y el casco reforzado –que antiguamente funcionaba a carbón– desde la que Riquelme accede al buque. El momento crítico casi siempre es el del el abordajeAn-Bord-Gehenabordaje: cuando una ola inesperada o un resbalón pueden acabar con un hombre al agua; o lo que es peor: con una costilla hecho/a trizas(ugs.) kaputthecha trizas; o lo que es aún peor: con una muerte por la hipotermiaUnterkühlunghipotermia. Pero alguien como Riquelme –camisablanca, gorra a lo capitán Haddock, voz de barítono– está acostumbrado a lidiar conkämpfen mitlidiar con la amenaza de un accidente cada vez que un barco se mueve.

    Su misión es dar las instrucciones precisas desde el el puente de mandoKommandobrückepuente de mando, para que el barco no encallarauf Grund laufen, strandenencalle durante la la marea bajaEbbemarea baja ni se lleve un muelle por delante, descontrolado, con la fuerza de 80 000 o más toneladas de el fierroEisenfierro. Y hacerlo una y otra vez sin cometer el error de bultogravierender Fehlererrores de bulto en un puerto como el de Bilbao, repleto de trampas –bancos de arena, la doble corrienteDoppelströmungdobles corrientes o fuertes vientos–, es una la proezaGroßtatproeza que se ha vuelto cotidiana de tanto que se ha repetido. A Bilbao entran barcos de todo tipo: el graneleroSchüttgutfrachtergraneleros, el quimiqueroChemiefrachterquimiqueros, el portacontenedoresContainerschiffportacontenedores y el gaseroGastankergaseros, por ejemplo. A los encargados de dar las indicaciones a los capitanes durante el el atraqueAnlegenatraque o en el el desatraqueAblegendesatraque los llaman el prácticoLotseprácticos, y Riquelme, que está a punto de cumplir 70 años, es uno de los más experimentados. A finales de marzo, registró el barco número 15 000 en su teléfono con el mismo entusiasmo que al apuntar el primero; si los colocáramos todos en fila indiahintereinanderen fila india, alcanzaría para cubrir más de cuatro veces la distancia que hay entre la Tierra y la Luna; y la suma de sus tonelajes equivale a más del doble del peso de la carne de vaca que se consume anualmente en el mundo.

    En los más de 32 años que lleva en el el practicajeLotsendienstpracticaje, ha visto de todo: petroleros rompiendo el caboSeil, Taucabos durante un temporal, yates de lujo y hasta un submarino donde los los tripulantesBesatzungsmitglieder, Crewtripulantes vivían como sardinas en lata. Dice que cuando la noche está despejada y trabaja bajo un manto de estrellas se siente como un el diosecillokleiner Gottdiosecillo de carne y hueso. En una ocasión, tuvo que atracar un buque sin capitán porque éste había muerto después de que le cayera encima parte de la carga; y en otra, coincidió con un capitán travesti que llevaba pulseras y el cabello largo, como si fuera un pirata, y un barco con el nombre ideal para completar la anécdota: Singularity.

    Riquelme suele manejar una aplicación en su móvil donde las embarcaciones son íconos de colores, para que cualquiera ubicarse(hier) sich zurechtfindense ubique echar una simple ojeadaein kurzen Blick werfenechando una simple ojeada: “los verdes son barcos normales –explica–, los rojos son petroleros; y los azules, cruceros”. Esto se traduce en el mole(hier) Massemoles con las cubiertas metalizadas y cargas a veces inimaginables: “flores, helados, vacas, compresas... hasta camellos con su el camelleroKameltreibercamellero”, enumera. En los ratos libres, ejercita su otra pasión, la magia, con los patrones del “vaporcito”, y a veces hacer flotarschweben lassenhace flotar un billete de 50 euros entre los dedos o un truco de cartas, para que se entretengan.

    Su casa queda cerca de un puente colgante con 125 años de historia, de un edificio con un el mástil de barcoSchiffsmastmástil de barco en la la punta(Dach-)Spitzepunta y de un monumento en el que el hombre enfrenta a Poseidón: el señor de las aguas. La lucha de Riquelme en contra de ellas acabará el 30 de octubre, día de su cumpleaños. “La frontera que le indica al práctico cuál es su límite, son los seis o siete niveles de escaleras hasta el lugar desde donde dirige la maniobra”, dice una mañana desde un barco que transporta containeres. Pero él no se está jubilando por culpa de los escalones interminables, como los de un el torreónFestungsturmtorreón, que le roban el aliento y las energías, sino porque por su edad –según la ley– está obligado a colocar un punto final donde a él solo le gustaría poner un el punto y aparte(fig.) Absatzpunto y aparte

    Kapitän

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