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    La copla

    AVANZADO
    Ecos 7/2022
    Isabel Pantoja ist eine spanische Sängerin und Schauspielerin
    © Carlos Delgado / Wikipedia
    Von Begoña Donat

    A la copla española, ese canto macerado/a en(hier) getränkt mitmacerado en lleno de lágrimas, el desgarro(hier) Herzschmerzdesgarro y honda pasión, siempre la ha acompañado un el tufilloHauchtufillo carca(ugs.) gestrigcarca y reaccionario, asociado a su auge en el franquismo. Las cantantes de estas letras donde se lloraba el amor, la entrega absoluta y el abandono fueron las grandes artistas de las oscuras décadas de la dictadura. Concha Piquer, Imperio Argentina y Estrellita Castro se encuentran entre el olimpo de los años cuarenta, cincuenta y sesenta. En el tardofranquismo y la democracia, otras folclóricas con poderío les tomar el relevodie Nachfolge antretentomarían el relevo, como Lola Flores, Rocío Jurado e Isabel Pantoja (en la foto).

    Hoy en día, las nuevas generaciones nacidas en democracia se hallan más liberadas de los prejuicios y reinvindicarAnspruch erheben aufreivindican con curiosidad, simpatía y relectura el género. Hay la revisitaciónÜberarbeitungrevisitaciones mileniales, como la del asturiano Rodrigo Cuevas, quien, encaramado/a a taconesauf hohen Absätzenencaramado a tacones y ataviado/ageschmücktataviado con mantones de manila, ha insuflar(hier) einhaucheninsuflado electrónica a las melodías que tararearsummen; trällerntarareaban nuestras madres tras oírselas a las suyas. También análisis desenfadado/aheiterdesenfadados y eruditos, como el pódcast ¡Ay, campaneras!, donde Lidia García profundizar en las entretelashinter die Kulissen blickenprofundiza en las entretelas de este estilo musical y celebra las vidas de quienes lo usaron para seguir adelante.

    “Carlos Cano siempre decía que la copla era la manera de cantar lo que gusta y lo que duele. Si esta tradición musical resonar(hier) nachhallenresuena es, por un lado, porque codifica historias universales de amor y sentimientos, y por otro, porque en los últimos tiempos nos hemos interesado por las estrategias de resistencia de nuestras abuelas y por cómo soportaron la vida y llevaron el peso del mundo a través de la cultura popular, sin que nadie echar cuentaszur Rechenschaft ziehenles echara cuentas”, se explaya Lidia García, que acaba de publicar un ensayo titulado como su emisión de radio y publicado por Penguin Libros.

    ¿Qué es la copla?

    Las coplas son composiciones que relatan, generalmente, un drama de cariz amoroso. Se podría decir que son novelas cantadas en tres minutos. Su música tiene resonancia flamenca y su entonación, acento andaluz. El género nació en la II República y llegó a ser un fenómeno de masas de la izquierda, pero la dictadura se apropió de él con ánimo propagandístico.

    Origen republicano a su pesar

    “Como cualquier régimen con aspiraciones totalitarias, el franquismo utilizó la voz popular que más éxito tenía para intentar difundir sus ideas. Desde el siglo XIX, con los viajeros románticos, funcionaba muy bien en el imaginario la identificación de la cultura española con la andaluza. El régimen lo utilizó como un emblema de la españolidad artificiosa, excluyente y centralista que imponía el nacionalcatolicismo”, explica García.

    Sus antiheroínas eran las mujeres en los márgenes de la sociedad: madres fuera del matrimonio, solteronas, amantes de hombres casados y prostitutas. Las coplas las señalaban como parias en una sociedad constreñida/o(hier) beschränktconstreñida por la moral sexual. Al mismo tiempo y paradójicamente, las coplas tenían un componente de la sediciónAufstand, Aufruhrsedición, tanto por su capacidad de representación de una feminidad alternativa como por el eco que dejaban en quienes luego repetían una y otra vez sus estribillos durante las tareas del hogar.

    “Para pasar la censura, sus tramas solían culminar con un final ortodoxo en el que se castigaba a la que se había salirse del redilaus der Reihe tanzensalido del redil, pero, como decía Manuel Vázquez Montalbán, una cosa es lo que se pretenda decir de manera literal con una canción y otra cómo la interprete la gente que la escucha. Al final, la música es un lugar de identificación y la usamos para expresarnos y canalizar nuestras emociones”, expone la estudiosa, quien se encuentra desarrollando una tesis sobre estética camp y cultura popular española en la Universidad de Murcia.

    Si quiere saber más sobre el mundo de la copla, lea el artículo completo en ECOS 07 / 22.

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