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    Puerto Rico después del huracán María

    AVANZADO
    Ecos 6/2018
    Trump besucht Puerto Rico nach dem Hurrikan Maria.
    Von Ana Teresa Toro

    La lista de tonos de verde es extensa, pero vale la pena alcanzar un grado de precisión. Verde esmeralda, verde menta, verde azulado, verde aguacate, verde monte, verde olivo, verde pastel y así, la lista sigue hasta intentar dibujar con palabras la infinita diversidad de tonos de verde que pueden observarse en un bosque tropical.

    Al noreste de Puerto Rico se encuentra el único bosque de este tipo bajo jurisdicción estadounidense –El Yunque– en el municipio de Río Grande, donde vivo. Su nombre es de origen taíno  –yu-ké– que significa Tierra Blanca. Los indígenas creían fervorosamentevoller Hingabefervorosamente que su dios máximo, Yukiyú, habitaba en las alturas de este bosque. Desde mi casa, ubicada en la la falda(hier) Berghangfalda de El Yunque, lo observo. El punto más alto, que alcanza los 1076 metros de elevación, está rodeado de una la brumaDunstbruma que le da un aire misterioso. Es uno de los lugares más lluviosos del mundo. En su interior hay cuatro tipos de bosques, más de 240 especies de árboles y más de 20 tipos de orquídeas. Es la la puntaSpitze, (hier) Gipfelpunta del paraíso, el epicentro espiritual de nuestros ancestros, el monte en el que se nombran todos los tonos de verde imaginables y florecen los rojos, naranjas, amarillos y rosados de nuestras flores. Es inmensa su belleza, y así de inmensa es también su sombra.

    Puerto Rico nach dem Hurrikan Maria

    Siempre ha habido misticismo en torno a El Yunque. Decenas de personas se han perdido en sus la veredaPfad, Wegveredas a lo largo de su historia, y hay quienes incluso creen que extraterrestres lo visitan constantemente. Lo creen con el mismo fervor que algunos ciudadanos del sur de la Isla, en el municipio de Lajas: apoyaron a su alcalde cuando quiso construir un el ovnipuertoUfo-Hafenovnipuerto, es decir, un puerto para el aparcamiento de las naves extraterrestres. Parecería una broma si no fuera porque hasta se llegó a designar un terreno municipal para ello, y se colocó un letrero que anunciaba la futura construcción que, finalmente, no llegó a realizarse. Hay que pensar en esto y recordar que el Caribe siempre ha sido más magia que realismo.

    La fascinación y el respeto con el que los puertorriqueños siempre nos hemos relacionado con nuestro bosque tropical, son el modelo de actitud más concreto de cómo es posible habitar el paraíso: hay que ser conscientes de que a mayor belleza, mayor sombra. Pero todo se olvida, y de repente ya no sabes nada, y el golpe que creías conocer tetomar a alg. por sorpresaüberraschen; überrumpeln toma por sorpresa y te tumba al suelo. Así amanecimos todos la mañana del 20 de septiembre de 2017, el día en que atravesó la isla completa el monstruoso huracán María. No por nada, los indígenas de Borikén o Borinquén(hist.) Puerto RicoBorikén le llamaban Juracán a ese dios maligno que todo lo destruye.

    En El Yunque no quedó una hoja verde en pie. Todas las veredas quedaron obstruido/aversperrt, unpassierbarobstruidas por inmensos troncos de árboles, del mismo modo en que sucedió en la mayoría de las carreteras del país. Parecía que habían lanzado una bomba. Todo el verdor se transformó en tonos de marrón que relevar(fig.) ersetzenrelevaban las fracturas de la tierra y del el concreto(LA) Betonconcreto. La isla ya no sería la misma.

     

    Extracto del artículo "Puerto Rico después del huracán María". Lea el texto completo en la revista Ecos del mes de junio.

    Ana Teresa Toro (Aibonito, Puerto Rico, 1984) periodista y escritora. Autora de la novela Cartas al agua y de los libros de crónicas Las narices de los perros y El cuerpo de la abuela.

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