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    Rubén Blades: "Me gusta la esperanza invencible del que ha sido derrotado"

    AVANZADO
    Ecos 4/2020
    Rubén Blades, Poet der Salsa- Musik.
    © Carlos Álvarez / 2017 Getty Images
    Von Alberto Salcedo

    Rubén Blades es un cantor que cuenta, un el contadorBuchhalter; Zählercontador que canta, un el narradorErzählernarrador que hace poesía, un poeta que narra, un cantante al que no le desentona en absolutopasst bestens zu ihmno le desentona en absoluto la palabra “artista”, un creador valiente que se atreve a dinamitar su propia fórmula y saltar al vacío, un cronista urbano, un el/la memorioso/aMensch mit phänomenalem Gedächtnismemorioso, un monarca del el sabor(hier) tolle Atmosphäresabor, un el escribanoSchreiberescribano de las esquinas, un maestro.

    Alberto Salcedo tuvo la fortuna de compartir con(hier) Zeit verbringen mitcompartir con él en el Festival Gabriel García Márquez, celebrado en Medellín, Colombia, en 2019. Además de entrevistarlo en público, se reunió dos veces con él, en privado. Esto es una muestra de la conversación.

    Ecos–  García Márquez solía decir que para aprender periodismo no hay que asistir a ninguna universidad, sino dedicarse a oír tu música.

    Rubén Blades– Y no solo decía eso. Él me propuso una vez el siguiente trato: cambiar la la autoríaAutorenschaftautoría de su novela Cien años de soledad por la de mi canción Pedro Navaja.

    Bueno, García Márquez les propuso ese mismo el truequeTauschtrueque a varios músicos. Te cito dos ejemplos: Tite Curet Alonso y Adolfo Pacheco. Al primero, por la canción Plantación adentro y al segundo por el tema La hamaca grande.

    Blades: Exageraciones de Gabriel. Ahora, volviendo a tu pregunta sobre la posibilidad de usar mi música para enseñar periodismo, puedo decirte que, desde el principio, yo me vi a mí mismo como un cronista de la música.

    ¿Y eso te trajo problemas?

    Cuando yo surgí, la música era vista como una la actividad de escape(fig.) Ventilactividad de escape. Estaba dirigida, básicamente, a las plantas de los pies. En mi infancia había una canción de moda que solo decía dos palabras: “coco seco”. Eso era suficiente porque se trataba de pasarla bien bailando. “Coco seco, coco seco”, y nadie pedía más que aquel el estribilloRefrainestribillo que se repetía incansablemente. Entonces, la duración promedio de una canción era de dos minutos y medio. Nosotros, los músicos latinoamericanos, no encajábamos en ese el circuito(fig.) Kreis; Umfeldcircuito. Es que nosotros trajimos muchas cosas que fueron alargando las canciones: el pregónöffentliche Ausrufepregones, el fraseoPhrasierungfraseos improvisados, historias. Los productores de radio protestaron. Decían que divulgarverbreitendivulgar nuestras canciones en sus programas resultaba problemático. Lo que pasaba era que al alargar nosotros las canciones, a ellos se les afectó el ciclo de publicidadWerbezyklusel ciclo de la publicidad.

    Y, además, te decían que la música no es para contar historias ni para expresar protestas, sino para incitar aanregen, ermuntern zuincitar al gozo.

    Así es. Yo no escribo mis canciones partiendo de la ideología. Me interesa lo humano, me interesa narrar una historia. Pero, bueno, en mis canciones hay opiniones. No por ser músico me van a quitar el derecho a mostrar mi punto de vista.

    Comenzamos esta conversación hablando de Gabriel García Márquez. ¿Cómo fue tu relación con él?

    Yo diría que magnífica. Alguien –no recuerdo quién– nos presentó por teléfono. Fue un poco raro, porque ambos creímos que nos estaban haciendo una broma, que seguramente el que se encontraba al otro lado de la línea era un imitador o un tipo que quería hacerse el chistoso. Esa primera vez hablamos a punta de monosílabossehr einsilbiga punta de monosílabos. Lo recuerdo como algo incómodo. Después, en México, nos vimos en persona por primera vez. Ahí el encuentro resultó mágico. Gabriel soltaba una la ocurrenciaEinfall, Ideeocurrencia maravillosa detrás de la otra, y yo quería tener una libreta a la mano para apuntarlas todas y que no se me fuera a olvidar ninguna. Ese día le propuse el proyecto de escribir algo juntos, y él me respondió: “No, no, no. Yo no voy a escribir nada contigo, porque quién sabe si nos pongamos de acuerdo y seguro no terminaríamos nunca”. Entonces le pedí que me permitiera hacer una adaptación libre de sus cuentos iniciales. Así nació mi disco Agua de luna, inspirado en su libro Ojos de perro azul.

    Los críticos fueron duros con el disco.

    Totalmente. Los el/la melómano/aMusikliebhaber/inmelómanos que me seguían a mí preguntaban por qué grabé esas letras tan sofisticado/araffiniert; ausgefeiltsofisticadas y los lectores que seguían a Gabriel preguntaban por qué los cuentos de su escritor favorito terminaron deformados en mis canciones. Yo creo que Gabriel y yo fuimos las únicas personas a las que les gustó el disco. Y ¿sabes algo?: con eso fue más que suficiente. Uno tiene que ser capaz de experimentar sin miedo, así(hier) auch wennasí le lluevan insultos. Quien no se atreve no trascender(hier) weiterkommen, (fig.) wirkentrasciende.

    Y la historia de cuando García Márquez te llamó por teléfono…

    Claro que sí me acuerdo. Simplemente, estaba bromeando. Gabriel me contó que un día se puso en la tarea de preguntarles a los taxistas si me conocían a mí. Todos le decían que no. Después, les preguntaba a esos mismos tipos si conocían la canción Pedro Navaja, y todos se la sabían de memoria. A Gabriel le pareció curioso que los taxistas no supieran quién era yo, pero sí tararearträllerntararearan mi canción al pie de la letraaufs Wort genaual pie de la letra. Entonces, me llamó por teléfono y me dijo: “Oye, tú eres el desconocido más conocido que yo he conocido”.

     

    Aquí tienen un enlace de la entrevista de Alberto Salcedo Ramos a Rubén Blades en el Festival Premio Gabriel García Márquez de Periodismo 2014 en Medellín, Colombia.

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